Palabras por el mundo

jueves, 18 de septiembre de 2014

Viento

Puedo culpar al tiempo.
Puedo culpar al momento.
Puedo culpar y no sentirme culpable.

Puedo, pero no lo voy hacer.
No hay culpa.
No hay tiempo
No hay momento.

Cada situación tiene su viento.
Cada viento aporta movimiento.
Y el que se queda quieto.
No sólo se despeina
Sino que se golpea.

Ahora sacaré  mi veleta.
Apuntaré bien alto.
Y cuando vea movimiento.
Me lanzaré feroz
Me lanzaré veloz.

Y esta vez, cuando grite
Hacia los cuatro vientos.
No será para decir
Lo que mis ojos ven.

Gritaré bien fuerte
Para fortalecer mi alma.
Y volver a ser yo.
Sólo yo.

martes, 16 de septiembre de 2014

OSA DO MAR




Este pasado fin de semana se celebró en Burela, mi casa. El festival Osa do mar. No fue Woodstock de 1969. No estuvieron ni Santana, ni Janis Joplin… pero si, grupos como Triangulo de amor Bizarro, Batuko Tabanka y cómo no, Dj Chente. (Hubo más, pero no voy a poner la lista.)

¿Qué tuvo de relevante este evento? Pues…  que me hizo recordar. Y como sabéis me encanta inmortalizar. No me gusta vivir en el pasado. El que vive del pasado se ancla. Se hunde en lo hondo del mar, se oxida y pierde de vista el horizonte. Pero recordar ciertos sentimientos y momentos te ayudan. Consiguen reafirmarte, forjarte a base de fuego y golpes constantes que te hagan más compacto. Y este evento, este festival lo consiguió. Logró hacerme rememorar.
Puede que fuese la fría cerveza, el frescor de la hierba en la noche. Puede que fuese la misma noche o tal vez que la sensación de movimiento... No lo sé. Pero lo que sí sé, es que recordé. Volví a sentirme, a sentir. Sentía.

¿Qué sentía? Pues entusiasmo… Entusiasmo por conocer. El que conoce sabe, juega con ventaja. Juega con la ayuda del saber. Y el que sabe, salvo desgracia. Gana. Y no es que sea un ganador. Pero lo que si soy, es un jugador. Juego con palabras, mis palabras. Juego a mi juego. Y ese juego es vivir.
 Pero el entusiasmo es primo hermano del frenesí. Ese que sentí, al poder escuchar y sentir esa música. Melodías vivas por un instante, hechas en un momento y no, a fuego lento. Melodías que podía percibir. Ya no solo las escucha. Sino que las sentía, las percibía con cada vibración, con cada jadeo, con cada… con cada escena de vida que se mostraba el ambiente. Como ya dije. Este no fue Woodstock, aquí el mensaje no era paz y amor. Ni tampoco solidaridad. Pero tal vez en esta Osa do mar el mensaje era otro. “Un estamos aquí”. “Un todavía nos queda ilusión”. O tal vez… “Aún somos capaces de crear”.

Eso fue lo mejor de este Festival Osa do mar. La ilusión. Toda la que pusieron aquellos que le dieron vida. Que lo hicieron posible. Organizadores, bandas, voluntarios, asistentes…. Un recordatorio de que todo aún es posible. Es posible que un pequeño pueblo se mueva a compás de un mismo son. O lo mejor, que un pueblo siga siendo capaz de crear ilusión. Y pensar que aún quedan fechas por celebrar.

Dedicado con todo cariño a aquellos que lo hicieron posible.