Año 1815 el Coronel
Jaramilllo domina el pueblo de Macusa. Entre el refinado pensamiento de sus
huevos y el dominio de la armas. Macusa vive en una paz dominada por los
encantos del firme poder. En Macusa no existe problema alguno. No, por los
huevos del Coronel Jaramillo. Así es él, si hay algún problema. Él lo
soluciona; ¡Pum pum! He dicho. Palabra de Jaramillo. Solucionado. Así de
sencillo.
¿Pero quién es
Jaramillo? ¿De dónde ha salido?
El Coronel Jaramillo
antes conocido como Jaime Jaramillo, Jamy para sus padres. Nació y creció en un
pueblo productor de vides. Su familia y él cultivaban vino. Esta tradición
vinícola hizo de él un gran beodo. Su pasión por el vino y la violencia, le
hizo alistase en el ejército y acudir a la guerra.
El Coronel Jaramillo
luchó mano a mano con el Dictador Riesgo. Generaron incertidumbre, sangre, desilusión. Y
el pueblo cedió a sus encantos. El Dictador Riesgo se quedó con la mayor parte
del país, pero dejó Macusa al Coronel Jaramillo, para disfrute de su persona. Así es la
Revolución.
¿La población no se
cansaba del Coronel Jaramillo? ¿Si era tan malo, por qué no lo echaron del
poder?
La gente temía al
Coronel Jaramillo. Los gobernaba con mano de hierro. Y sus caprichos hacían que
cualquiera que no mostrase afecto hacia su persona, fuese considerado un
desertor. Un pueblo dominado por el
miedo y la desolación. Permanece callado, sus palabras se vuelven mudas, hablan
para sus adentros y consigo mismos. Y aunque protestan cuando se ven seguros. Callan
cuando deben hablar.
¿Y el tamborilero? ¿Cómo
lo hizo papá? ¿Cómo lo hizo?
Del tamborilero se
dice; que era huérfano, que se crio en la calle. Que como era pequeño y
callado, él sólo escuchaba lo que los demás hablaban. Así que tenía tiempo para
pensar. Se dice; que al principio la gente hablaba sin miedo delante de él. Pues
sólo era un “artista” y un artista no tiene nada que decir.
Se dice, que el
tamborilero heredó su pequeño tambor del abuelo. Que era lo único que tenía. El
tambor y el mismo. Así que nunca tuvo nada que perder.
Según cuenta la
historia. Un día el tamborilero comenzó a tocar en lo alto del pueblo.
Tocó durante todo el día y toda la noche. Paró
unas horas para descansar y luego, volvió a tocar. El sonido se escuchaba en
todos los lugares. Pues el eco era canela en rama.
Tanto tocó, que los
huevos del Cornel Jaramillo comenzaron a revolverse. Así que cabreado se acercó
junto al tamborilero y le mandó parar.
El tamborilero paró
durante unos 15 minutos. El tiempo que tardó el Coronel Jaramillo en volver a
sus aposentos. Y esta vez tocó con más y más fuerte.
El Coronel Jaramillo
escopeta en mano volvió al lugar. Y con un severo grito, le dijo al
tamborilero:
-
Niño, tú estás tonto o qué. ¿No sabes quién soy
yo? Acaso no sabes lo que te puedo hacer. No sabes que debe hacer este pueblo,
cuando yo ordeno algo.
-Se quién es usted. Y lo que hace el pueblo. Por
eso esperé que volviese a casa, para volver a tocar. Contestó el alegre tamborilero, mientras era
encañonado por el fusil del Coronel.
El Coronel dejó de encañonarlo. Lo miró de arriba abajo. Y con
curiosidad preguntó:
-
¿Quién hace lo mismo que tú? ¿Quién no acata mis
leyes?
-
Nadie. Contesta el joven tamborilero.
-
Explícate, ahora mismo. Contesta el Coronel con
los huevos ya revueltos.
-
Pues nadie. Desde Paco, el que tiene la
taberna. Él guarda sus ingresos en un
barril. Sólo le da a usted, lo que a él le parece. O su hija. Ella se levanta a media noche. Queda
con Rodrigo en el establo. Para darse goce a sus cuerpos.
Jaramillo comienza a cabrease y dispara al cielo. De un
grito manda trae a Paco, a su hija y a Rodrigo.
-
¡¡QUE LOS MANTEN!! ¡MATARLOS YA!!
El tamborilero le da el alto.
-
Coronel Jaramillo deténgase. Juan, Pancho y
Cortés no les gusta matar gente. Lo hacen, pero no les gusta. tienen miedo a no
poder ir al cielo.
-
¡Pues que los maten también! ¡Que mueran esos
cretinos!
Pero por cada nombre, o por cada persona que encañonaba un
arma. Había en él, un secreto que
cabreaba al Coronel Jaramillo. Y es que, el joven tamborilero conocía los secretos de
todo el pueblo. Hasta tal punto que todo
el pueblo merecía ser fusilado. Llegado a
tal punto, el joven tamborilero de dice al Coronel.
-
Mi querido coronel, tiene usted tres opciones.
Primera; mátenos a todos. Pero recuerde que
si no tiene gente en el pueblo. No puede gobernarlos.
Segunda
opción: perdóneles la vida. Haga como si no supiese nada. El pueblo seguirá
igual, y podrá dar órdenes.
O tercera
opción: búsquese otro pueblo que le haga
caso.
El Coronel con los huevos ya hechos tortilla. Toma su propia
decisión. Saca su revólver, lo pone en la boca y se dispara.
Pero papá ¿Por qué
hizo eso? ¿Por qué matarse a si mismo. Qué sentido tiene?
El orgullo del
Coronel Jaramillo no le dejaba recibir órdenes. Se dio cuenta que no mandaba
nada. Que su pueblo no le respetaba. Y aunque eligiese volver a empezar. Ya nada
sería igual. Un gobernante que pierde credibilidad, es uno más. Y un gobernante
que no gobierna a nadie, tampoco es un gobernante. Así que el paso lógico es
abandonar el poder. Pero el que un día fue poderoso, no sabe vivir sin poder. Así que el Coronel decidió abandonar la vida.
La abandonó como más feliz le hacía.
¿Papá qué pasó con el
pueblo?
El pueblo fue libre. Y
el germen que cosechó el tamborilero, traspasó montañas. Poco a poco, se
descubrió que en todos los pueblos pasaba lo mismo. No todos los Coroneles
decidieron seguir los pasos de Jaramillo. Pero poco a poco su poder fue a
menos. Llegando incluso, a derrocar al Dictador Riesgo. Quien cuenta la
leyenda, que se casó con su prima. Y está lo mató en una oscura noche de
invierno.