El mundo desde que es mundo cambia. Evoluciona por nuevos
caminos. Y la humanidad igual. El lenguaje aunque con palabras, ya no es el
mismo que antaño. De las palabras sonoras a las palabras escritas. Las cartas
al principio eran la manera de expresar nuestros sentimientos y mensajes a
nuestros seres queridos y lejanos. Luego el lenguaje se volvió sonoro. Primero
con el telégrafo y después con la invención del teléfono. Este teléfono cada
vez se volvió más pequeño y ligero permitiéndonos llevarlo a cualquier sitio.
Pero después apareció internet y volvió de nuevo el mensaje escrito. Y ahora
una mezcla fantástica de estas dos tecnologías fantásticas. ¿Fantásticas? Esa
es la duda. Pues aunque prácticas para
unas cosas, para otras no tanto. He aquí el ejemplo perfecto. Una nueva
historia de Teresa y Javier.
Nos encontramos e una maña de otoño de este año. Lluviosa y
fría mañana. Javier se encuentra en
casa. Hoy no trabaja, tiene el día libre. Está tirado en el sofá y en la
televisión no ponen nada. Decide molestar a Teresa, le manda un wassap. Una
foto absurda de el mismo poniendo caras. Teresa contesta con una sonrisa.
Javier envalentonado decide enviarle una más acompañada de un corazón. Teresa
tarda en contestar, pero es normal. Está en el trabajo.
Javier deja el móvil en la mesa y sigue viendo la
televisión. Se aburre aún más, no ponen nada. Así que decide darse una ducha e
ir desayunar al bar.
Teresa desde la oficina le contesta al segundo mensaje: “Javi cariño, como te aburres…. XD ve hacer
la compra. Acuérdate de comprar champú, gel y algo para cenar”. Teresa es ahora quien espera la contestación de
Javier, pero esta no llega. Teresa mira el móvil por segunda vez, comprueba el
doble clip. Y se queda preguntado;
-
¿ Por qué no contesta? Sé que el mensaje le ha
llegado. Le enviaré otro para que se ponga las pilas. Teresa escribe:
“Deja de hacer el vago… que nos conocemos. Ve al supermercado si después no
me quieres oir” (carita seria)
Javier no contesta y van pasando
las horas. Es normal que Javier no conteste. Ha dejado el móvil en casa. Ahora está
en el bar desayunando y hablando con los vecinos. Está tan entretenido, que en ningún
momento hecha de menos el móvil. Pero el tiempo pasa, así que decide subir a
casa.
Al subir a casa mira el móvil y
lee el mensaje de Teresa. Javier se da cuenta del tiempo que pasó y contesta
tan rápido que el mensaje es casi ilegible.
“ tranqui, ya lo cmpro todo ahora…. Es que…estaba liado” (carita
sonriente y un corazón)
Teresa empieza a pensar. ¿Qué
demonios estaría a hacer este gandul? Y rápidamente le envía el mensaje.
“Javier que nos conocemos. Qué estuviste haciendo? Te parecerá bonito? Yo
trabajando y tú tocándote las bolas” .
A Teresa le parece gracioso. Lo hace para meterse con Javier. Sabe que
hoy es su día libre y que como mucho Javier iría tomar algo al bar.
Javier contesta; “hoy es mi día libre y hago lo que quiero. Tú
en tus días libres no haces nada, vaga” (carita enfadad).
Este último mensaje cabrea a
Teresa que decide contestarle; “Muy bien. Haz lo que quieras. Yo ya te dije
lo suficiente… eres lo suficientemente mayor para saber lo que tienes que
hacer.
Javier se queda pensativo en
casa. Repasa cada palabra de los wassaps enviados por Teresa. Y se da cuenta de la compra. Así que decide
ir al supermercado a comprar. Las horas fueron pasando y el turno de Teresa
terminó. Javier piensa que Teresa vendrá cabreada, así que decide hacerle una
cena especial.
Piensa que ese gesto puede reducir el cabreo de Teresa.
Teresa llega a casa. Viene cargada
con bolsas de supermecado. Ella, también hizo la compra. Javier al verlo, sonríe.
Teresa le pregunta por qué sonríe.
Y Javier le responde, que él ya ha hecho la compra. Teresa no sonríe y discuten
un poco. Pero todo cambia cuando llega a la cocina y ve la cena que Javier le
ha preparado.
Y es que parece mentira. Pero los
supuestos mensajes, que no deberían ayudar a estar más cerca de las personas
que queremos. Muchas veces, nos separa aún más de ellos. Porque no existe, ni
existirá la conversación perfecta. Las palabras aunque sinceras, son muchas
veces juguetonas e incluso burlonas. Nos llevan por caminos equivocados. Y mucho
peor son las palabras escritas. Pues algunas veces, carecen del alma del
comunicador. Así que puedo decir; que la mejor comunicación siempre será. La de
cara a cara.